PROGRAMA PCC

PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO
 

PROGRAMA POLITICO



Introducción

El programa del Partido Comunista Colombiano representa un aporte a los cambios que
reclama con urgencia la sociedad colombiana. Algunos de ellos han quedado reprimidos
históricamente y se han agregado a las tareas que el propio desenvolvimiento capitalista,
en las condiciones de la dependencia, le plantean al pueblo colombiano.

La mundialización, como proceso objetivo del desarrollo económico, social, cibernético y
cultural de la contemporaneidad, se manifiesta como globalización capitalista neoliberal
bajo la hegemonía política y militar de EE. UU. La globalización refleja la tendencia a la
transnacionalización del capital, sobre todo en su versión financiera, y de su poder
político, y expresa en el retroceso del Estado nación, las limitaciones a la soberanía y el
creciente intervencionismo imperialista.

Sin embargo, este no es el único significado del proceso mundial. En su marco se
desenvuelven nuevos episodios de las crisis cíclicas inevitables del capitalismo. La crisis
afecta no sólo su forma neoliberal sino aspectos sustantivos ligados al estallido de las
“burbujas” financieras, la desaparición estructural del empleo para millones de seres
humanos, la reducción de la demanda mundial por ausencia de ingresos de los
consumidores a escala masiva y el crecimiento de la polarización entre ricos y pobres.

Según la O.N.U., en su informe de 1998 sobre Desarrollo Humano, al finalizare! siglo XX
el 20% más rico del planeta concentra el 82.7% del PNB, el 81.2% del comercio, el 80.5%
del ahorro, el 80.6% de la inversión y el 86% del consumo privado mundial. Las 225
personas más ricas del mundo disfrutan de una riqueza sumada superior al ingreso anual
del 47% más pobre de la población mundial, o sea, de 2.500 millones de personas.
Desigualdades así no existieron nunca antes en la historia humana y por sí solas acusan
el contenido capitalista de la actual mundialización.

La crisis capitalista intensifica la explotación de las periferias por la oligarquía financiera
transnacional y la transferencia de valor de éstas a los países capitalistas centrales. El
remedio neoliberal a esta situación ahonda los problemas, mientras se encubre con
medidas asistencialistas, paternalistas e ilusorias para camuflar la nueva profundidad de
las desigualdades.

La desaparición de la URSS representó un golpe tremendo al equilibrio mundial a favor de
la globalización neoliberal y del hegemonismo unilateral de EE.UU. y la OTAN. Pero la
desaparición de un paradigma del socialismo histórico no significa que hayan dejado de
existir las contradicciones estructurales del sistema. Persisten experiencias socialistas
significativas. Crecen las luchas sociales clasistas, ambientalistas, antiimperialistas,
democráticas, de liberación, juveniles y de género en todos los rincones del mundo. La
debacle de la política neoliberal lleva a la búsqueda de una “tercera vía” para la salvación
del capitalismo. Pero también lleva a la búsqueda de nuevas opciones anti-capitalistas y
socialistas.

En América Latina se abren nuevas perspectivas de emancipación para hacer frente a la
globalización neoliberal y perfeccionar soluciones de integración democrática y
antiimperialista.

Como lo señaló el 17 Congreso del PCC, “afirmamos que hoy es posible desarrollar un
proceso revolucionario democrático nacional en el marco de la globalización y en contra
de las características que la ideología y el modelo neoliberales le impusieron a esta fase.
Que todo depende de la fuerza de masas del proyecto de cambio revolucionario ditalismo;
de la decisión patriótica de hacer frente a la intervención de EE.UU. incluida la eventual
intervención militar; de la amplitud de las relaciones políticas, económicas, diplomáticas,
de opinión global, de solidaridad bolivariana y latinoamericanista.

Un Estado democrático unitario, pluralista, centrado en la reconstrucción y reconciliación
nacionales, en la creación de una sociedad con justicia social y en la regulación e impulso
de una economía que tenga como objetivo elevar la caliemocrático, de su programa social
avanzado y comprensivo de los intereses de los sectores mayoritarios, golpeados por el
capdad de vida de los seres humanos, fortalecer estratégicamente la formación científicocultural

para valorizar la producción, los recursos naturales y el trabajo, es un instrumento
eficaz para hacer frente a las relaciones con el mundo transnacional, defender el derecho
a la autodeterminación y garantizar la consolidación del proceso”.

En esta perspectiva luchamos por una salida democrática y popular a la crisis, por una
alternativa no capitalista, orientada al socialismo humanista. La lucha contra el actual
régimen político y social, con su política de guerra e imposición violenta del modelo
neoliberal en crisis, es parte de un proceso que busca humanizar la sociedad colombiana
en la perspectiva comunista. Es una estrategia para toda una época de la vida
revolucionaria, acompañada de la táctica para avanzar en las circunstancias actuales, en
procura de conquistas de alcance inmediato y de mediano plazo. La búsqueda de la paz
con justicia social y libertades plenas se enmarca en este contexto más amplio de cambio
y transformación de la sociedad.

Capítulo I
Un Programa de acción para la unidad


En la lucha por una salida democrática y popular de la crisis que vaya a las raíces de los
males que afectan al país proponemos un programa de unidad de todos los colombianos
y colombianas por una nueva sociedad democrática y con justicia social. Son sus
objetivos inmediatos:

1. La solución política mediante la búsqueda de un acuerdo de paz que se concentre en la
erradicación de las causas políticas, económicas y culturales del conflicto.

2. La salvaguardia de la soberanía nacional y de la unidad territorial del Estado, incluida la
soberanía en la regulación de las relaciones económicas con el mundo transnacional.

3. La solución de los problemas más acuciantes de las masas populares que eleve
significativamente el gasto social del Estado y emprenda reformas estructurales como la
reforma agraria que democratice la propiedad de la tierra, otorgue créditos a los
campesinos en óptimas condiciones y financie la sustitución de cultivos; la reforma urbana
que asuma el problema de la vivienda con sentido social; la mayor cobertura de todos los
servicios públicos en todos sus componentes; el acceso de todos los sectores políticos y
sociales a los medios de comunicación de masas; el cambio del modelo de desarrollo
económico y social; la generación de trabajo digno con ingresos que permitan ampliar el
consumo de la población trabajadora; la plena vigencia de las libertades públicas, de los
Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario.

4. La reforma democrática del Estado con intervención social en el manejo económico,
militar y de los medios de comunicación; democratización del Congreso, de la justicia y
del control anticorrupción.

5. Fortalecer las líneas de intervención directa del Estado en el desarrollo social,
económico y tecnocientífico, comenzando por el control de los movimientos de capital
tasas de interés y tasa de cambio; gravar con impuestos los flujos financieros
especulativos; igualmente, frenar los procesos de privatización y sus efectos sobre los
trabajadores y trabajadoras.

6. Posibilidades de acción decisoria de la ciudadanía sobre los asuntos esenciales del
país.

7. Proyecto de desarrollo centrado en los seres humanos mediante el fortalecimiento de la
educación, en todos los niveles; la salud, la vivienda, la cultura y la recreación y que tenga
como propósito superar la creciente estratificación y segregación social.

8. Relaciones de beneficio común y de mutuo respeto en el plano internacional.

9. Plan nacional y multilateral contra las drogas y apoyo internacional para la sustitución
de narcoeconomías.
10. Defensa, preservación del ambiente, creación de una política y de una cultura
ecológica.

El programa denudad es una propuesta de aproximación entre las iniciativas del
movimiento guerrillera, del movimiento popular, de sectores consecuentes en la luchas
por la paz y el debate público que está en desarrollo en búsqueda de salidas frente a la
grave crisis. La garantía de su desarrollo sólo puede provenir de un gobierno pluralista
con amplio respaldo de masas y el apoyo no intervencionista de la comunidad
internacional.

Capítulo II
Necesidad y carácter de la revolución colombiana

La crisis es el signo del momento para Colombia. Lo que sale a flote en la actualidad noes una crisis política circunstancial.
Sus raíces están en estos hechos históricos y
políticos: la incapacidad de la burguesía de democratizar el país y liderar una cultura
democrática para la sociedad; la arrogancia clasista del poder y el carácter violento,
falsamente legalista, de su cultura política, para escamotear y, en últimas, postergar, en
espera de condiciones más favorables a su apetito, derechos fundamentales de las
masas populares a intervenir en la definición del rumbo de la sociedad y el Estado; la
imposición de una visión única, agresivamente antipopular, conciliadora con el
imperialismo, protectora del atraso terrateniente, cómplice del capital de los narcóticos y
cooptadora, al menudeo, de los destacamentos frágiles del movimiento popular en el
período de reflujo de la lucha social. Todo ello dentro de la ofensiva del imperialismo y de
sus entidades transnacionales.

Este enfoque no tiene ya más que hacer en la historia de Colombia. Se ha fracturado la
forma tradicional de la hegemonía burguesa, fundada en el acuerdo bipartidista y su
capacidad de arrastre sobre sectores intermedios. Y aunque existe en la cultura política
una tradición electoral como forma de legitimación del consenso dominante, lo consigue
sólo mediante la deformación grotesca del sufragio universal. La intervención de EE.UU
es el factor que tiende a predominar en la formación de la legitimidad de la hegemonía
burguesa, sin lograrlo plenamente. Este deterioro profundo del liderazgo político, cultural y
moral no surgió ahora: ha venido gestándose en un largo proceso cuyo principal
componente es la lucha y la resistencia popular, incluida la lucha armada. El intento de
recomponer el sistema político del Estado de Sitio permanente con la Constitución de
1991 y la cooptación de una parte del movimiento insurgente ha mostrado, con su
fracaso, la gravedad del fenómeno.

El régimen político, sustentado en el bipartidismo y en el militarismo, no cambió, pero su
crisis si se ahondó. Su substrato socio-económico ha sido el modelo neoliberal que ahora
hace aguas a nivel mundial.

Impuso como “modernización”, “la apertura económica”, una regresión social a costa del
pueblo trabajador, con la modificación de las relaciones laborales en perjuicio de los
productores directos, el desempleo, el subempleo y la precarización del trabajo, la
intensificación de la explotación, todo esto en el marco del desconocimiento de los
derechos y libertades de los trabajadores, los operativos de exterminio en regiones y
zonas campesinas, la exclusión política, la criminalización de la lucha social, la represión,
el paramilitarismo y el terrorismo de Estado contra la oposición democrática y el
movimiento popular. Usa el monopolio de los medios de comunicación para manipular la
opinión, satanizar a los opositores y formar un voto en contra de los intereses de la
mayoría de los electores. Además, ha prolongado la guerra contrainsurgente, con su
enorme costo humano, social, político y económico, para justificar el autoritarismo, la
intolerancia y la violación de los derechos humanos y del DIH.

Esa guerra, como línea permanente del Estado con su concepto de clasificar a la gente de
“enemigo interno”, parte de una estrategia anticomunista, descompuesta e injustificable,
para defender un régimen de injusticia y corrupción, subsistiendo apenas como un modo
de contención del cambio social.

Este régimen político bipartidista, su modelo económico social capitalista neoliberal y su
aparato de Estado, son los responsables de la tragedia actual del pueblo colombiano. Ese
sistema, en su conjunto, ha hecho crisis. No se trata de ajustarle remiendos: simplemente
debe cambiar. Colombia reclama a gritos una transformación de fondo, que abra espacio
a la libertad política, a la democracia y la emancipación social de los colombianos y
colombianas. Es lo que hemos llamado una revolución popular y democrática,
antiimperialista y antilatifundista, cultural y ambientalista, un hecho sustantivo de la
decisión de las masas que instaure un nuevo poder, con nuevas clases sociales al
mando.

La superación de la crisis global de la sociedad colombiana, los cambios históricos que
propugnamos para lograr la consolidación de esa paz democrática que anhelan los
colombianos yios impulsos al progreso económico y social en beneficio del pueblo, solo
pueden ser conquistados mediante una revolución democrática, popular y patriótica que
lleve, al establecimiento de un nuevo poder político que ponga fin a la dominación
oligárquica e imperialista en nuestro país, y en la que los trabajadores han de tener un
papel protagónico.

Los pilares de un nuevo régimen social y político democrático se están construyendo en el
debate y en la acción por un programa que conjugue la acción de masas en los diversos
escenarios y bajo las formas, armadas y no armadas, que históricamente se desarrollan
en las condiciones colombianas. También en la relación de ese programa con la lucha por
el poder, como un objetivo y a la vez como garantía substancial para consolidar en
contenido democrático de los cambios.

Capítulo III
El nuevo poder

• Formas de lucha por el nuevo poder
• Fuerzas sociales del nuevo poder
o Los signos del cambio
o Criterios fundamentales para la acción
o Carácter del régimen actual
o Imperialismo y militarismo

Los comunistas luchamos por un nuevo poder popular democrático, constituyente y de
dirección permanente de la sociedad, que supere los aparatos de dominación
tradicionales y rescate una actitud de ética cívica como deber de compromiso con la
justicia social, la libertad y la igualdad, sustentado en la intervención política de las
grandes mayorías. El poder político es el objetivo principal e inmediato de este proceso.
Pero, además, se requieren nuevas relaciones de poder que modifiquen, en un sentido
democrático los pilares de la dominación de clase oligárquica, a saber: el modelo
económico y su manejo; la fuerza pública para la soberanía y la integridad territorial; la
información por medios masivos, la escuela; y las instituciones donde se toman las
decisiones políticas fundamentales.

La crisis estructural que se refleja en esta situación sólo se superará alcanzando, bajo el
empuje de las luchas populares por la solución de los problemas económicos y sociales y
la profundización del proceso, una democracia en lo económico, político y social, que abra
la perspectiva de construir una sociedad socialista, que suprima la explotación y los
antagonismos de clases.

Para el logro de este nuevo poder es vital la unidad de los revolucionarios, de todas las
fuerzas democráticas interesadas en la transformación y movilización de las fuerzas
sociales por estos objetivos democráticos populares.

La clave insustituible para el cambio democrático y transformador es la unidad más amplia
y decidida de las masas populares. En las condiciones de Colombia, donde se han
constituido, históricamente, distintas fuerzas revolucionarias, surgidas del acervo de la
lucha del movimiento popular, en escenarios diferenciados por el desarrollo de formas de
lucha diversas armadas y no armadas, se requiere de la aproximación, coordinación y
unión de quienes encarnan proyectos estratégicos afines, como núcleo esencial de una
propuesta de unidad para el cambio revolucionario cuyo verdadero sujeto no puede ser
nadie distinto al pueblo colombiano.

En esta dirección proponemos en lo inmediato la conformación de un amplio movimiento
donde quepan todas las organizaciones sociales y políticas, y todas las personas
interesadas en contribuir a la organización y movilización de las masas en defensa de sus
intereses, por la democratización plena del país y la solución política al conflicto social
armado.

Este movimiento debe desembocar en la formación de un gobierno democrático popular,
amplio pluralista, capaz de impulsar las transformaciones señaladas. A ello contribuye
decisivamente el desarrollo tanto en el seno de la izquierda como en el campo de las
distintas fuerzas democráticas, de una política de alianzas flexibles, que parta del
reconocimiento de diversos niveles de unidad: desde las simples coincidencias frente a un
problema concreto , pasando por los acuerdos temporales para situaciones específicas y
objetivos determinados de lucha dentro del sistema, y en una etapa de mayor
compromiso, hasta coaliciones y uniones de orden estratégico en la conformación de una
democracia popular hacia el socialismo. Desde las variadas formas de unidad de acción,
a corto o mediano plazo, hasta las diferentes instancias de coordinación y unidad
orgánica.

Formas de lucha por el nuevo poder

El régimen aplica diversos métodos de acción: la violencia directa y medidas reformistas,
en una combinación de formas de dominación. Ante ello, el pueblo colombiano
históricamente ha aplicado una multiplicidad de formas de lucha, desde las formas legales
y abiertas de acciones o reivindicaciones económicas y laborales, por mejores sociales,
por la tierra, por las libertades, por los derechos humanos y la cultura, pasando por las
contiendas electorales y parlamentarias y frente a la imposición de la violencia militarista y
oligárquica, también la lucha armada en sus distintas manifestaciones de masas, de
acuerdo a las condiciones concretas de cada lugar y momento.

Quienes amarran a Colombia a un proceso de violencia son el imperialismo y los círculos
oligárquicos dominantes que se niegan a la democratización plena del país, en contravía
de la demanda de vastos sectores de opinión. En la medida que el régimen niegue una
salida política e incremente el uso de la fuerza y los métodos fascistas de gobierno, el
pueblo se ve obligado a utilizar formas de resistencia civil o armada de masas,
dependiendo de su grado de organización y conciencia. En todo caso las acciones
militares que asuma el pueblo deben responder a sus objetivos democráticos. Lo militar
debe responder a lo político.

La política intervencionista norteamericana, expresada en la doctrina de seguridad
nacional y sus desarrollos como la de los conflictos de baja intensidad y remozada con el
pretexto de la lucha contra el narcotráfico, que orienta a los sectores militares, sigue
siendo el principal impedimento para una salida política de contenido democrático, al
actual conflicto armado.

Los ejemplos de América Latina nos muestran que el intervencionismo, no está en
retroceso, que la injerencia en los asuntos colombianos es creciente y descarada y si
continúa la violencia militarista, seguirá imponiéndose la respuesta adecuada por parte del
movimiento popular y revolucionario.

Como consecuencia de las grandes frustraciones que han ocasionado las vías
institucionales instrumentadas por los intereses que defienden los partidos tradicionales,
la dinámica del país es la búsqueda de vías y de escenarios más eficientes para la
solución del conflicto armado, político y social y de cara a la superación de la profunda
crisis que padece Colombia.

El partido comunista es un firme abanderado de la paz democrática con justicia social y
plantea la necesidad de la solución política negociada que es posible en la medida en que
interactúen en una relación dialéctica las expresiones insurgentes, sociales y políticas del
conflicto en vía a establecer un marco de acuerdos alrededor de las transformaciones de
fondo a la crisis económica y social del país, y un referente de compromisos y garantías
para el acceso del nuevo poder y para el desarrollo de las grandes acciones que
profundicen y desarrollen esas transformaciones.

Fuerzas sociales del nuevo poder
Los signos del cambio

Al finalizar el siglo XX queda absolutamente claro que el sistema capitalista es incapaz de
brindar a la humanidad un futuro que le permita lograr su plena realización. Este hecho
evidente permite comprobar que los ritmos del movimiento social muestran signos claros
de recuperación de la dinámica de las luchas de los trabajadores y de la gran mayoría de
la sociedad.

Ni la guerra integral con sus prácticas de guerra sucia y penalización de la protesta social,
ni la ofensiva neoliberal en lo económico e institucional, ni las prácticas de cooptación de
los sectores democráticos y de oposición al sistema, han logrado acabar con la protesta
social y el desarrollo del movimiento de masas: por el contrario, éste se desarrolla en
medio de una serie de cambios sociales que es necesario de tener en cuenta:

En primer lugar la urbanización. Hoy más del 70% de la población vive en las zonas
urbanas. Las grandes ciudades con sus áreas metropolitanas contienen más de la mitad
de la población y los más altos porcentajes en la generación de producción y servicios.
Las grandes ciudades, y las áreas urbanas en general, se han convertido en receptáculos
inmensos de inmigración, de desplazados por la violencia y por razones económicas, de
las distintas regiones del país, volviéndose verdaderos nudos de contradicciones de las
estructuras económicas y sociales. Las necesidades crecientes no son satisfechas por el
desarrollo deformado y dependiente, hundiéndose en la pobreza absoluta, la
descomposición social, tomándose la situación explosiva.

Un pujante movimiento de masas por el cambio tiene que contar con los amplísimos
sectores de la población localizados en estos espacios geográficos, que pertenecen a
diferentes clases, que tienen reivindicaciones específicas, pero que igualmente comparten
aspiraciones comunes, relacionadas con la calidad de vida en las ciudades, en creciente
deterioro, como consecuencia de la ineptitud del capitalismo salvaje para resolver
problemas sociales al considerar no rentables las inversiones que se requieren para tales
soluciones.

Las empresas de producción, servicios y las entidades educativas, tienen la particularidad
de presentar grandes conglomerados sociales, que facilitan su organización. Las
localidades o comunas como unidades administrativas incluyen los sitios de vivienda con
problemas de servicios, seguridad, carencia de condiciones para el desarrollo de
actividades artísticas, deportivas y recreativas, de comunicaciones para la satisfacción de
necesidades básicas como educación, salud, vivienda digna, preservación del ambiente
que sin lugar a dudas puede darle nuevas dimensiones al desarrollo del movimiento social
dentro de una perspectiva de lucha por la revolución democrática y el desarrollo soberano
que el país reclama
.
Por otra parte en el campo avanza la concentración de la tierra en unas pocas manos,
proceso acelerado por el narcotráfico, con frecuencia dedicando las mejores tierras a la
ganadería extensiva, mientras se produce en las zonas campesinas el desplazamiento
masivo por efectos de los éxodos forzados y la ruina de la agricultura acelerada por la
apertura económica.

Miles de familias se vinculan al cultivo de sustancias psicotrópicas, con su problemática
específica a la vez que se definen centros de desarrollo agroindustrial con destino a la
industria nacional como los del azúcar, la palma africana, el arroz, el algodón, también
afectados como el banano y las flores que enfrentan el proteccionismo de los centros
capitalistas que nos recetan las “bondades” del mercado libre. Todos estos sectores
impactados por la misma problemática económica y social, contribuyen de manera
significativa al desempleo. Otro componente de creciente importancia en la crisis agraria
es el deterioro ecológico.

Lo rural y lo urbano no están separados, tienen su expresión en las distintas instancias
administrativas desde el orden local hasta el nacional, pasando por lo municipal y
departamental, con las problemáticas específicas de los sectores industriales y de
servicios, regiones agroindustriales, de economía campesina, los centros fundamentales y
las zonas que se han condenado a la marginalidad. En estos escenarios se desarrollan
nuevas problemáticas y la sensibilización de amplios sectores de la población frente a
ellas, como son las de género, la juvenil, la ecológica, la de los indígenas y negritudes,
que reclaman atención especial en la formulación de sus soluciones en la relación con el
entorno de los problemas sociales generales.

Todo esto tiene consecuencias políticas que demandan un nuevo Estado con su
ordenamiento territorial, que refleje realmente las relaciones de poder en procura de
soluciones integrales a la crisis económica y social del país, a sus problemas
estructurales. No es posible buscar soluciones parciales, asiladas, con programas
asistencialistas. La explosiva situación urbana está íntimamente ligada con la crisis
agraria y las soluciones integrales que proponemos suponen modificaciones de fondo en
la política económica.

Estos factores complejos y diferenciados nos colocan ante el reto de ver nuestro potencial
a fin de contribuir al despliegue del movimiento de masas.
Criterios fundamentales para la acción

Sobre la base del conjunto de cambios que se operan en el movimiento de masas, y la
situación y perspectivas políticas que hemos reseñado, es necesario definir unos criterios
básicos que orienten nuestra actividad de masas.

Es prioritario el desarrollo del movimiento de masas en el escenario urbano atendiendo a
los intereses de los distintos sectores, sus formas de expresión y buscando elevar su
grado de organización, de conciencia, rompiendo las tendencias al aislacionismo entre
ellos, por soluciones integrales a la problemática social. Lo cual no significa abandonar los
procesos organizativos que se dan en el ámbito rural.

El frente de masas más importante es el movimiento sindical, en sus distintos sectores,
incluido el agropecuario. Actuamos por el fortalecimiento de la CUT como central unitaria,
clasista y pluralista, y por la búsqueda de la unidad de la clase obrera, desde la unidad de
acción hasta el logro de expresiones de unidad orgánica. Es obligatorio participar en todos
los sectores del sindicalismo en desarrollo de nuestra política clasista y de unidad.
Los sectores estratégicos dentro del movimiento sindical actualmente son: energético,
servicios, financiero, educación, telecomunicaciones. Y dentro de ellos cobran creciente
importancia los técnicos y el personal altamente calificado con nuevas exigencias en el
terreno teórico en formas de organización y de expresión.
Hace falta modernizar la estructura del movimiento sindical y encontrar nuevas formas de agrupación y estimularmecanismos de coordinación con otras formas organizativas de creciente importanciacomo el movimiento cooperativo, el cual debe tener su propia propuesta de proyección.

Con base en las experiencias acumuladas hace falta estimular un fuerte movimiento
cívico en las ciudades, que englobe distintas expresiones del movimiento social, incluidas
las formas artísticas, deportivas, recreacionales, ecológicas. Encontrar formas de
organización para los sectores informales y marginales. La experiencia acumulada con los
viviendistas se revela insuficiente: una vez se ha resuelto el problema de la vivienda hay
dispersión, cambio de orientación, y hay una buena cantidad de reclamos por fenómenos
de descomposición.

El trabajo con la mujer engloba núcleos sociales diferentes como mujeres trabajadoras, de
la ciudad y el campo, madres comunitarias, mujeres profesionales, jefes de hogar, pero
con reivindicaciones comunes desde su perspectiva de genero y de derechos específicos.
Actuamos por la unidad de todas estas manifestaciones organizativas desde sus propias
dinámicas y respetando sus espacios. Todas las organizaciones sociales deben prestar
particular atención al trabajo con la mujer como una expresión importante de su propia
acción.

El movimiento juvenil igualmente tiene presencia en diferentes niveles sociales, pero
presenta reivindicaciones desde la óptica de los jóvenes. Su núcleo más activo y dinámico
lo constituye el movimiento estudiantil, que da señales de reagrupamiento actualmente, y
demanda de la organización juvenil un mayor esfuerzo por el logro de formas sólidas de
organicidad, de particular importancia hoy en torno a las reivindicaciones relacionadas con
la educación, la ciencia, la tecnología, el arte, la comunicación y el desarrollo soberano
del país.

Particular atención se debe prestar al trabajo de gestación de un movimiento cultural de
raigambre popular, con valores democráticos y humanistas, que asuma la labor de
búsqueda, defensa y desarrollo de la identidad, en las regiones, en sus ámbitos urbanos y
rurales, que sepa integrarse en el trabajo con los intelectuales en relación con las esferas
anteriormente citadas, y manifieste su enorme potencial en el avance de un movimiento
popular y democrático.

En todos los aspectos actuamos conforme al principio de que las masas aprenden a partir
de su propia experiencia. Por eso priorizamos todas las formas participativas en las
organizaciones y la acción de masas por la conquista de las reivindicaciones más
sentidas, a partir de sus propios intereses. El papel del partido es contribuir a desarrollar
su conciencia política revolucionaria, a elevar sus grados de organización y unidad.
En esta dirección consideramos fundamental superar el gremialismo excluyente,
aislacionista y a su rol dirigente hacia los usuarios, hacia la comunidad, el movimiento
social en su integridad, educar a sus componentes en el conjunto de la problemática
nacional, con un sentido político clasista revolucionario.

A pesar de la represión y de los reflujos momentáneos, de la dispersión y de la falta de
unidad predominantes, el campo popular se enriquece en muchos aspectos. Aparecen
nuevos destacamentos y formas de lucha. Persiste la combatividad de los estratos
avanzados del proletariado con sus acciones huelguísticas, la resistencia y la lucha de
campesinos y sectores urbanos, los paros cívicos locales y regionales, las jornadas
juveniles y estudiantiles, ambientalistas, el movimiento por los derechos humanos y la
toma de conciencia de núcleos de masas que permite trazar un marco de acción en que
participan diferentes sectores, venidos de todos los horizontes sociales, políticos e
intelectuales. Pero el protagonismo del pueblo en estas luchas sociales y políticas se
encuentra aún retrasado frente a las exigencias de la situación y por la transformación y
democratización de la sociedad.

Las transformaciones a que aspiramos tienen como protagonistas a esos vastos núcleos
a los que se deja hoy marginados de los escenarios donde se toman grandes decisiones,
pero cuyo empuje ha permitido que en la Colombia actual se alce una réplica de masas
contra quienes maniobran, para mantener sus privilegios, por imponer formas más
despóticas de gobierno.

La polarización de clases en la sociedad colombiana, no obstante la existencia de una
numerosa burguesía pequeña y mediana y de extensas capas medias, ha continuado
profundizándose. Dicha polarización se ubica a en el plano socio-económico y no logra
todavía trascender al plano político. La tendencia a la concentración del gran capital
financiero, los monopolios y la transnacionalizacion de la economía acrecienta el número
de los asalariados, pero a la vez ha dado lugar a la persistencia de un desempleo
estructural y al surgimiento del área informal que cobra fuerza especialmente en las
grandes ciudades.

Nuevos rasgos de la economía y su incidencia en la organización de los trabajadores (as)
En las tres últimas décadas han aparecido importantes modificaciones en la estructura de
la sociedad colombiana que han acentuado sus características de un país capitalista
dependiente cada vez más integradas a los intereses hegemonistas de los imperialistas
en el proceso de globalización, por medio del creciente dominio de las trasnacionales, y la
apertura económica.

Esto supedita la orientación de la economía al capital financiero, a la priorización de las
maniobras especulativas y usureras en detrimento de la producción, sin haber logrado la
unificación y ampliación del mercado interno ni el vital desarrollo de la ciencia y la
tecnología a niveles del contexto internacional, para abordar en condiciones favorables
para la nación los procesos de integración latinoamericana y mundialización de la
economía.

El nuevo modelo de acumulación capitalista a nivel mundial descansa cada vez más
sobre la automatización y agilización de los procesos comunicativos, lo cual supone
modificaciones en la organización del proceso del trabajo, demanda una renovación de la
tecnología, que supera la industrialización tradicional y la transforma, y reclama
incrementar la acumulación del capital para tal fin, y se ha traducido en nuestro medio en
la ofensiva neoliberal contra las conquistas laborales.

Por lo pronto el impacto de estos reacomodos se ha expresado tecnológicamente en la
rama financiera, en las comunicaciones y algunas empresas que utilizan tecnología
avanzada, pero básicamente su expresión se ha dado en la contra ofensiva laboral
neoliberal, reflejada en leyes como las 50, 60, 90, etc., el llamado achicamiento del
Estado y la apertura, que hacen estragos en las ramas de la producción como la
siderúrgica, textiles, calzado, tabaco, etc., aumentando los despidos, la informalidad y
marginalidad. Fenómeno que se agrava por el contrabando y el lavado de dólares.
Esto incide en la organización de los trabajadores, cuyos índices de sindicalización se
reducen. Hoy se discute si la sindicalización alcanza el 5% o 7% de los trabajadores
mientras que en el paro cívico de 1977 se hablaba de un 15% o 17% de sindicalización.
Particularmente afectado por estas medidas es el sindicalismo estatal.


Como consecuencia del achicamiento del Estado y las políticas privatizadoras.
 

Se enfrenta hoy un encogimiento de la masa laboral, un crecimiento de la informatización, de las formas precarias de empleo y el desempleo abierto, así como cambios en la estructura del proletariado, que responden a los cambios introducidos.

Es bueno recordar que los sindicatos no agotan las posibilidades de organización de los
trabajadores en las empresas, ramas industriales y servicios. Las cooperativas, los fondos
de empleados, los comités de deportes y de cultura, con frecuencia en poder de los
patronos, pueden convertirse en manos de los trabajadores en factor de fortalecimiento de
su organización y de defensa de sus intereses. Más aún si el sindicalismo desarrolla
vínculos con el movimiento cívico, las asociaciones de usuarios de los servicios, con las
localidades y comunas, con las organizaciones agrarias, es posible gestar instancias de
coordinación obrera, popular y campesina.

En saber ligar las reivindicaciones obreras y populares, en desarrollar la unidad de acción
intersectorial, incluso a nivel internacional en una economía cada vez más mundializada,
en saber superar la estrecha política gremialista para proyectar la relación entre lo social y
político de corte democrático, están algunos de los principales desafíos del movimiento
sindical.

Carácter del régimen actual

El poder de las clases dominantes en Colombia, caracterizado por el dominio del sector
financiero, en alianza con los terratenientes, el gran capital industrial y comercial, esta
sellado por su carácter violente, el cual se convierte en acelerador de la acumulación
capitalista con el despojo de capas del campesinado y el incremento de la explotación del
trabajo asalariado, y de amplias vertientes de la población mediante la especulación
financiera y la penalización de la protesta social.

La violencia es un elemento consustancial al modelo de acumulación que se desenvolvió
en la inmediata postguerra (a diferencia de otras experiencias latinoamericanas). El propio
sistema político del Frente Nacional incorporó una estructura excluyente que reprodujo la
violencia y a la vez generó una respuesta popular, social, política y armada. El régimen
político colombiano tiene un inocultable carácter de terrorismo político de estado,
obediente a la doctrina imperialista de “seguridad nacional” y sus nuevos desarrollos.
Poseídas por su ceguera y confianza en el modo violento, las clases dominantes han sido
resistentes a los cambios. Los sectores dominantes de la burguesía, han asumido como
estrategia para superar la crisis dominante, tendencias a un reformismo de corto alcance
para “modernizar” mediante retoques las instituciones. Pero sin intentar una verdadera
ampliación de la democracia, conscientes seguramente de que hacerlo significaría el
arrasamiento de los privilegios que constituyen el soporte de quienes ostentan el actual
poder oligárquico.

Imperialismo y militarismo

La esencia militarista del régimen ha perfeccionado los aspectos técnico-militares y
sicológicos del conflicto de baja intensidad, disfraza su acción militar con el
paramilitarismo que arremete selectivamente sembrando el terror contra la población
colombiana.

La herramienta principal de control yanqui dentro del poder oligárquico es su influencia
decisiva, política e ideológica sobre las fuerzas militares y de policía, reforzada por la
formación de los oficiales, el comercio armamentista, los planes comunes en la guerra al
narcotráfico, como resultado de las concesiones alcanzadas mediante presiones
económicas sobre los gobiernos de turno, y las ayudas de control electrónico, equipos y
asesores militares, todo esto al servicio de sus planes geopolíticos de control,
hegemonismo y dominación económica.

Capítulo IV
Lineamientos para el nuevo Estado

• Los Derechos Humanos
• La Soberanía Nacional
• Deuda Externa
• Objetivos fundamentales del modelo económico y social
• Formas de Propiedad
• Planificación Económica
• Reforma Agraria Integral
• Reforma Urbana: Por una ciudad humanizada y democrática
• Las Regiones
• Protección del Medio Circundante
• Salud y Educación: Derechos Humanos Universales

El nuevo Estado será un Estado democrático popular de derecho con justicia social. Los
órganos electivos de poder del Estado serán de representación popular, elegidos por el
voto directo y con mandatos revocables y a ellos tendrán acceso todas las agrupaciones
políticas. Se garantiza el derecho al pluripartidismo y a la oposición política.
Se trata de un régimen que supere la violencia, el terrorismo de Estado como forma de
dominación política, donde los individuos y las organizaciones populares puedan
expresarse e intervenir libremente en las decisiones ciudadanas.

Los Derechos Humanos

La legislación desarrollará y el nuevo Estado aplicará bajo control popular, aquellos
principios y disposiciones sobre derechos humanos, civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales de los individuos y de los pueblos. La seguridad y el bienestar de los
ciudadanos, garantizándoles atención a la salud, educación, empleo, vivienda y una vida
digna, serán el fin primordial del Estado democrático.

La justicia será autónoma y contará con los recursos necesarios para su correcta
administración. Garantizará el pleno derecho al debido proceso y a la defensa, pero no
dejará espacio a la impunidad. Ningún ciudadano (a) gozará de privilegios especiales ni
podrá ser sometido (a) a tribunales diferentes a los de la justicia penal o civil ordinaria.
El Estado compaginará el celo por la libre expresión y creación intelectual y artística, con
el fomento de las actividades culturales en todos los órdenes, la ciencia y la tecnología
avanzada, abogando por el afianzamiento de la identidad nacional enriquecida con los
aportes y legados de las comunidades indígenas, de las civilizaciones posteriormente
llegadas al Continente, de la ilustración criolla gestora de nuestra primera independencia.
La aprobación crítica de esta herencia estará abierta también a las adquisiciones de la
cultura universal de contenido humanista, democrático y popular.

La soberanía nacional

El nuevo Estado aplicará una política soberana en los siguientes aspectos: soberanía
política, soberanía- político-militar, soberanía económica.

Entendemos la soberanía política como la autodeterminación y voluntad suprema del
pueblo expresada por medio del Estado para tratar y ser tratado en condiciones de
igualdad frente a los otros Estados del concierto internacional, sin sujeciones,
imposiciones o dictados de otros.

Entendemos por soberanía política-militar que las fuerzas armadas no estén al servicio de
los planes hegemónicos de otra nación, sino al servicio de la entidad territorial y la
soberanía de la nación.

Las fuerzas armadas se guiarán por una doctrina patriótica, democrática y humanista,
basada en los ideales de independencia nacional y de respeto a los principios
emancipadores de la nación y a los derechos humanos, y será erradicada la nefasta
doctrina de la seguridad nacional con sus conceptos de guerra contra insurgente,
enemigo interno y obediencia ciega, abriéndose el camino para superar el militarismo
como ideología reaccionaria, que antepone la actuación militar a las decisiones políticas.
Las fuerzas armadas deben caracterizarse por el respeto a todos sus integrantes, en
primer término a los soldados y policías; por la facultad de ascender en sus filas gracias a
los méritos personales; por el derecho a organizarse políticamente los soldados, policías,
suboficiales y oficiales buscando la ilustración democrática a favor de los intereses
populares y patrióticos. Será principio organizativo de las fuerzas armadas la disciplina
consciente y la responsabilidad ante la sociedad por todos los actos de sus miembros. Se
respetará la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio y como alternativa se
organizará un servicio civil social.

Entendemos como soberanía económica el derecho irrenunciable de la nación a la
defensa y el desarrollo de sus recursos humanos y económicos, a la protección del medio
ecológico y la creación de un nuevo orden económico en pie de igualdad con todos los
países del mundo.

Para asegurar la soberanía económica de la nación el régimen de explotación,
administración y comercialización de los recursos naturales estratégicos estará a cargo de
las empresas del Estado. Puede contratarse con empresas extranjeras, cuando sea
imprescindible o represente ventaja para los intereses nacionales, incluida la apropiación
de tecnología, haciéndose respetar el derecho de propiedad nacional y estatal del
subsuelo y otros recursos naturales, todos los cuales deben ser nacionalizados.
El subsuelo es patrimonio inajenable de la nación y su explotación exige el cobro de
derechos por parte del Estado y de los organismos de poder popular regional, para lo que
se debe tener en cuenta tanto el precio del recurso que se va a explotar como la
diferencia favorable obtenida por un costo menor de producción resultado de condiciones
naturales, sociales o de obras públicas.

El nuevo Estado fomentará óptimas relaciones entre el individuo, la sociedad y el propio
Estado en torno a la defensa del ecosistema y el medio ambiente a partir de la
participación democrática en la planeación, ejecución y control de la actividad económica
y social que evalúe sus efectos negativos y permita tomar los correctivos para superar
daños emergentes. Implementará también una verdadera política de fronteras con
soberanía, la defensa del mar territorial, la plataforma submarina y la órbita
geoestacionaria, el espectro electromagnético y adelantará una política activa en defensa
de la propiedad de la biodiversidad, y de la reglamentación de la propiedad intelectual
sobre los descubrimientos de las especies en el territorio nacional, de importancia
estratégica en un mundo que se sume en la crisis ecológica como consecuencia del
capitalismo consumista.

Deuda externa

La deuda externa como problema global, se enfrentará de manera colectiva por los países
afectados en la perspectiva de su anulación, moratoria o renegociación en condiciones
favorables. El nuevo Estado propiciará en el marco de la integración de América Latina y
del Caribe, la acción común para anular los compromisos lesivos impuestos por la banca
internacional y el FMI Las condiciones de los nuevos empréstitos serán negociadas
rechazando las imposiciones perjudiciales para la economía del país y para el nivel de
vida de nuestro pueblo.

El Estado continuará regulando y estimulando el comercio exterior con criterios que
permitan el desarrollo tecnológico y la competitividad en el mercado internacional, sin
desmedro de la estabilidad laboral y otros derechos adquiridos por los trabajadores. Esta
política debe acompañarse con el nivel educativo, la investigación tecnológica y científica
y su aplicación al desarrollo económico y social de nuestra patria.

Objetivos fundamentales del modelo económico y social

Nuestra propuesta económica alternativa, elemento fundamental del Programa del nuevo
Estado, plantea los siguientes objetivos fundamentales:

1. La búsqueda del desarrollo material y espiritual de los colombianos(as) elevando sus
condiciones de vida y de trabajo, en pro del desarrollo integral humano.

2. Estimular la integración latinoamericana para superar la dependencia y presionar con
más efectividad la construcción de un Nuevo Orden Económico Internacional.

3. Superar la deformación de la estructura económica implementando un desarrollo de la
ciencia, la técnica y la tecnología, que tenga en cuenta los intereses del país y
Latinoamérica. La realización de estos objetivos requiere presionar el desarrollo del
mercado interno a partir de los municipios y la región hasta llegar al orden nacional. Así
mismo, es necesario el uso racional del ambiente y los recursos naturales, como la
celebración de contratos con el capital extranjero sin menoscabo de la soberanía nacional
y según las conveniencias del país con la industria autónoma.

4. Mayor participación de los trabajadores en los beneficios de la actividad económica,
como vía para redistribuir equitativamente los ingresos, y creación de un marco jurídicopolítico

que con la ampliación del mercado interno, garantice la apertura de espacios a la
democracia económica, que pasa por la participación del pueblo en los procesos de
administración y de gobierno.

5. El papel del Estado será prioritario para el establecimiento de una política económica y
social integral que garantice la regulación de las relaciones con el capital transnacional y
nacional, en favor de los intereses populares; en materia cambiaria cree un ambiente
propicio para el control del flujo de capitales transnacionales, poniendo en primer plano
los intereses del desarrollo nacional; en materia tributaria se guíe por el principio de que
contribuya en mayor medida quien más tenga, sin desestimular la actividad productiva;
que aumente la capacidad de consumo de los sectores populares y adelante una política
de gasto público con prioridad en el desarrollo y la satisfacción de las necesidades
sociales básicas.

Formas de propiedad

Reivindicamos e impulsamos estas formas de propiedad sobre la base de moralizarlas y
ponerlas al servicio de los colombianos(as) y el trabajo:

1 - Las formas de propiedad social compuestas por:

a) La propiedad social nacional, representada por las riquezas naturales energéticas,
renovables y no renovables, la biodiversidad, el área preistmica asociada a la
comunicación interoceánica, el espacio geoestacionario, el espectro electromagnético, el
espacio público, el patrimonio cultural, los resultados de la investigación y desarrollo de la
ciencia y tecnología, que debe ser regulado con intervención y bajo el estricto control de la
sociedad.

b) Las cooperativas y otras formas colectivas manejadas por los asociados. La economía
solidaria recibirá el apoyo económico del Estado mediante líneas de crédito esencial,
asesoría científico-técnica y condiciones ventajosas de diversa índole, especialmente en
el régimen de impuestos y el fomento educativo.

c) Formas comunitarias y de minorías étnicas, reservas campesinas, que deben contar
con un amplio apoyo estatal en los aspectos financiero, técnico, educativo y cultural, así
como en el plano de su integración en el mercado.
Las empresas industriales y comerciales del Estado deben gozar de plena autonomía
administrativa con el fin de que se consoliden. Se introducirán en ellas formas de
cogestión especial con los trabajadores. Se trata de una economía estatal eficiente.

2.- Las formas de propiedad estatal, constituida por las empresas industriales y
comerciales del Estado que adelantan actividades estratégicas, como las energéticas y de
las comunicaciones; las empresas y entidades de servicios públicos y sociales, y las
entidades de planificación, coordinación, regulación y control.

3.- Las formas de propiedad privada sobre los medios de producción, se las reconoce
plenamente, siempre y cuando la propiedad privada cumpla adecuadamente con los
planes democráticamente definidos por la sociedad y el Estado.

4.- Las diversas formas de empresas mixtas que combine diversos elementos de las
relaciones y formas de propiedad, de acuerdo con la conveniencia social para proyectos
específicos.

Particular apoyo financiero y asesoría técnica y de mercadeo se prestará a la
microempresa. Se tendrá en cuenta, además, las diversas formas de empresas mixtas
que combine diversos elementos de las relaciones y formas de propiedad, de acuerdo con
la situación concreta.

Planificación económica

 La propuesta alternativa establecerá una planificación económica, científica, democrática,
flexible a nivel local, regional y nacional, mediante la participación y representación de las
fuerzas sociales populares, las fuerzas políticas revolucionarías, democráticas y
progresistas en todos los organismos de planificación que permitan capacidad de decisión
y control sobre los instrumentos y mecanismos de dicha planificación, incluido el
presupuesto nacional.

Esto permitirá ampliar la iniciativa y el debate popular previo a la aprobación de los planes
y la facultad de decidir sobre ellos para los organismos legislativos de representación
popular.

Igualmente la planificación democrática exige cumplir el control para impedir el desarrollo
de las manipulaciones de las empresas monopolistas extranjeras o nacionales y reclama
además el paso al sector social estatal de aquellas ramas de la producción que la realidad
nacional, regional y local determinen, de acuerdo con las normas democráticas de
dirección y de eficiencia de la economía.

Con esto se diferenciará entre la lucha contra el capital como relación de explotación
económica y la existencia de las unidades económicas como aporte histórico de la
humanidad al progreso.

El Estado mantendrá incentivos tributarios y crediticios adecuados y establecerá
convenios de cooperación con el capital extranjero que pueda aportar tecnología en
condiciones ventajosas para el país y sin detrimento del desarrollo independiente que
busca. Se presionará el fortalecimiento del nexo entré investigación y vida económica,
integrando todas las entidades educativas a este propósito con apoyo del Estado. Esto
será un factor determinante en la recomposición del aparato productivo para lograr
vínculos entre el sector primario y el sector fabril de la economía.

A este mecanismo de participación de agrega la autogestión mediante la cual los
trabajadores pueden emular con otras formas de propiedad en condiciones aceptables,
entre las que sobresale la propiedad cooperativa.

Se requiere una legislación laboral democrática que favorezca a los trabajadores
garantizándoles el derecho de huelga, la estabilidad en el trabajo y mecanismos
convencionales de regulación salarial acorde con los índices de productividad y
rentabilidad de las empresas y el costo de vida.

Para que la planificación sea efectiva es necesario apoyarla con una política diferenciada
de nacionalización de la banca, y el establecimiento de líneas de créditos con intereses
especiales subsidiados para el sector agropecuario, la producción de alimentos, la
economía cooperativa, los servicios públicos, la vivienda popular y los sectores prioritarios
de inversión que definan los planes.

Reforma Agraria Integral

La reforma agraria integral debe concebirse no sólo como la lucha por la distribución de la
tierra buscando la democratización de su tenencia sino que debe ir acompañada de
servicios, asistencia técnica y mercadeo que fomenten el progreso, para así garantizar
una producción agropecuaria tecnificada, de alta calidad y competitiva, que garantice la
independencia alimentaria, la exportación de productos agropecuarios y el abastecimiento
de materias primas de la economía nacional; desde luego con sustentación de precios y
participación de ganancias por exportaciones, subsidios y seguros de cosecha.

Esto significa que no se puede ver la reforma agraria con el mismo criterio para todas las
regiones y hay que diferenciar teniendo en cuenta el desarrollo desigual del sector rural
en Colombia, y garantizar igualmente en todas las regiones la participación de los
campesinos por medio de sus organizaciones, en el diseño, impulso y control de las
medidas por tomar, reconociendo sus particularidades culturales y sus saberes.
Como una condición para la consolidación del mercado interno y para resolver el
problema de la producción de alimentos, la modernización del campo y la mejora del nivel
de vida del campesino, la reforma agraria integral debe en primer lugar permitir la
explotación adecuada de los millones de hectáreas aptas para la agricultura que vienen
siendo subutilizadas por el latifundio de ganadería extensiva; posibilitar la defensa de los
recursos naturales, ajustándose a las leyes de los sistemas ecológicos; redistribuir la
propiedad y propiciar las formas y relaciones de producción que se adecuen
democráticamente a las necesidades de cada región.

Esta reforma agraria integral incluye la extinción de dominio sobre las tierras no
explotadas, sobre los latifundios de ganadería extensiva y otras tierras inadecuadamente
explotadas y la expropiación, sin indemnización, de la gran propiedad terrateniente que se
determinará fijándole limites de acuerdo con las condiciones de cada región y
preservando los criterios que permitan la elevación de Ja productividad. Debe entregarse
tierra a los campesinos que carezcan de ella y a quienes tengan muy poca en forma
privada o asociativa, según las conveniencias concretas; o cuando se requiera pueden
crearse empresas agro- industriales mixtas o del Estado.

La reforma fomentará las cooperativas y empresas comunitarias, así como toda
modalidad de asociación campesina para el mercadeo, elaboración de productos,
créditos, provisión de insumos y dotación de maquinarias y tecnología. A la vez respetará
las empresas privadas y agrícolas que se adecuen a los límites de propiedad de la tierra y
a los planes y características de las regiones y de las necesidades de la producción de
cada producto particular.

Otra tarea de la reforma agraria es reconocer las tierras indígenas y de las comunidades
negras, defendiendo los resguardos existentes y otras variedades de organización,
creando nuevos donde los territorios no estén aún titulados en beneficio de las
respectivas comunidades y extendiendo los que sean pequeños para su población.
Los cultivos que en la época actual son materia prima del narcotráfico y pretexto principal
de la injerencia norteamericana, recibirán del Estado y como parte de un acuerdo de
cooperación internacional, toda la asistencia tecnológica y científica, para sustituir o
reconvertir su utilidad en la producción de derivados que favorezcan la humanidad y la
vida, contribuyendo a resolver problemas estructurales, como el hambre, que golpean a
los pueblos.

Acerca de la sustitución de cultivos se propone:

• Realizar una discusión profunda sobre los cultivos alternativos.
• Asistencia tecnológica a los campesinos y a quienes la impulsen.
• En caso de que opere la sustitución, se tenga en cuenta la biodiversidad.
• Capacitación a quienes integren los diferentes programas de reforma agraria.
• Cambiar el modelo económico de subsistencia en las regiones afectadas por los
denominados cultivos ilícitos.

Reforma Urbana- Por una ciudad humanizada y democrática
Luchamos por transformar la ciudad actual en otra humanizada, democrática y sostenible.
Por demandar y garantizar desde el conjunto de sociedad urbana y del Estado el derecho
a la ciudad como patrimonio colectivo.

El urbanismo, la planificación y la legislación urbana se orientarán a superar las inmensas
desigualdades socio-espaciales actuales en favor del mejoramiento de la calidad de vida
de los sectores pobres y medios. Los planes de desarrollo y ordenamiento territorial no
estarán determinados por el capital financiero y el mercado del hábitat urbano, ni al
servicio del monopolio privado del suelo urbano.

La nueva ciudad se construirá en función de:

• Lograr un desarrollo armónico y sostenible campo-ciudad.

• Creación de infraestructura educativa apropiada a cada región.

• Superar la discriminación, marginalidad y exclusión tradicional de los sectores populares
y la moderna exclusión cultural derivada de la globalización.

• Garantizar vivienda adecuada, equipamiento urbano, calidad ambiental y servicios
públicos entendidos como derecho humano y no como bienes rentables.

• Estimular la vida colectivo-urbana enriqueciendo estéticamente el espacio público y
democratizando la cultura.

• Garantizar la seguridad y convivencia ciudadana mediante la aplicación de políticas
públicas de seguridad, superando la concepción de represión militarista y de privatización,
la impunidad y la puesta en práctica de programas integrales para la niñez, la juventud y
la mujer.

• Desarrollar la democracia municipal, mediante la creación de asambleas populares
urbanas con atribuciones decisorias en la planificación, gestión y control municipal, la
profundización de formas de participación social, como plebiscito, referendo, cabildo, etc.
y municipalización de la policía.

Es necesario establecer una política nacional de urbanización diferenciada a partir del
impulso a la geografía urbana, que permita la utilización planificada de la tierra para la
expansión de las ciudades y la construcción de redes urbano-rurales de desarrollo.
Se adelantará una reforma urbana sobre la base de la extinción del dominio sobre los
terrenos urbanizables no urbanizados y construíbles no construidos y de las edificaciones
no utilizadas, mediante la expropiación por vía administrativa de las propiedades
concentradas más allá de un límite fijado por la ley de acuerdo con las características de
cada municipio y región.

Se propenderá por la recuperación del patrimonio ejidal. Los terrenos recuperados serán
utilizados para adelantar los grandes planes de vivienda para los sectores populares y
capas medias, como también para obras sociales y de infraestructura contemplados en
los planes de cada municipio.

Titulación de predios y dotación de servicios públicos comunales a los barrios
subnormales, y créditos para mejora y terminación de vivienda.
Las regiones

Las regiones son el resultado de procesos socio- históricos complejos que han
determinado el desarrollo desigual, el marginamiento y el atraso en varias de ellas.
La diversidad de los procesos etno-sociales se desenvuelve en el marco de la unidad
territorial del Estado. Los indígenas y afro-colombianos tienen derecho a establecer
secciones político- administrativas separadas del régimen municipal y departamental
ordinario. Estas entidades territoriales tendrán plena autonomía, territorio, autoridades,
educación bilingüe, cultura autónoma, presupuesto y planificación propios.



Se requiere un nuevo ordenamiento territorial acorde con las tradiciones culturales y las
necesidades económicas del desarrollo compatible con la protección del ambiente, y las
necesidades de integración del territorio nacional y del país con otras naciones hermanas.
La llamada descentralización ha sido un pretexto para imponer el Estado neoliberal y el
abandono regional. El nuevo ordenamiento territorial debe fundarse en la democracia, la
intervención ciudadana directa, en la libertad política para todos y todas, sin
discriminaciones, garantizada por el Estado en todo el territorio nacional; en la superación
del centralismo absorbente; en la redistribución por el Estado de los recursos, la
planificación local democrática y el apoyo a los municipios y entidades étnicas a partir de
sus necesidades y no exclusivamente de su capacidad de consumo.

Protección del medio circundante

El Estado adoptará medidas sistemáticas y planificadas para proteger la naturaleza, los
bosques, los recursos hídricos y eliminar la contaminación ambiental. La ecología será
una política del Estado y una preocupación de todos los colombianos.

Asistimos a una profunda crisis del ambiente, las riquezas naturales y el entorno ecológico
sobre el que fundamenta su vida el ser humano. El deterioro acelerado de aguas y tierras,
ríos y selvas, faunas y flora, característico de la época actual, agravado por la creciente
transnacionalización de la economía, reclama de los revolucionarios y demócratas acción
para salvar la riqueza de la biodiversidad colombiana.

Salud y educación: Derechos Humanos Universales

Los planes socio-económicos estarán orientados a satisfacer las necesidades esenciales
con criterio de progresiva cobertura, alta calidad y reducción de las tarifas de cobro en
materia de servicios públicos y de vivienda. Las inversiones en bienestar social integral
deben tener como perspectiva traducirse en gratuidad de servicios asistenciales básicos
para la salud y la educación, sobre la base de asumir éstos como derechos humanos
cuya concreción universal debe ser un objetivo de la sociedad y del Estado-
Tales servicios se prestarán en todos los puntos del territorio nacional que lo requieran, de
manera eficiente, de acuerdo a los niveles alcanzados por la ciencia y la tecnología en la
sociedad contemporánea y el respeto de la dignidad humana, generando espacios de
participación y control por la comunidad.

Como parte fundamental de la salud, el Estado preservará el medio ambiente y su
saneamiento, estableciendo la reglamentación necesaria, sanciones económicas y
programas de divulgación, que tiendan al eficaz mantenimiento del equilibrio ecológico.
En materia de educación y cultura se requiere una verdadera revolución que permita a los
colombianos acceder a las máximas adquisiciones de la ciencia, la tecnología y la cultura
a nivel mundial, garantizando el desarrollo intelectual de profesionales, técnicos y
tecnólogos y evitando la fuga de cerebros.

Esto exige una asignación adecuada de recursos para integrar todas las regiones a esta
revolución, garantizar la investigación para el desarrollo a niveles competitivos, el
fortalecimiento de la educación pública, liberándola de los manejos clientelistas y el
desgreño administrativo, reestructurarla de acuerdo a los desarrollos contemporáneos de
la pedagogía basada en los principios humanistas y democráticos, apoyar procesos
masivos de rescate y desarrollo de nuestra identidad cultural y todo su enorme potencial
creativo, todo esto como base de nuestra inserción en el concierto internacional en el siglo
XXI.


Sin un rediseño total del sistema educativo sobre estos parámetros es imposible romper la
dependencia tecnológica y el atraso, en un momento en que el proceso productivo se
basa crecientemente en la informática, la telemática, la biogenética y el desarrollo
expansivo de la ciencia. Cuando el conocimiento se vuelve recurso estratégico.
Estos avances son necesarios no sólo para el logro de la satisfacción de las necesidades
actuales de nuestro pueblo, sino para el desarrollo futuro, de la nueva sociedad.
Capitulo V

El Socialismo Integración Libertadora

Es vital para los destinos del Tercer Mundo, de sus masas oprimidas y para impulsar una
nueva época, la integración de América Latina y de los países bolivarianos, para frustrar
planes del imperialismo y para cumplir los sueños del Libertador.

En el mundo actual el concepto de integración adquiere un valor estratégico. Dentro de
este concepto de integración latinoamérica, andina y caribeña, las relaciones fronterizas
deben tener un valor dinámico de contacto entre los pueblos y han de llamar a satisfacer
necesidades y problemas que nos son comunes, en forma independiente y garantizando
el no-alineamiento.

Es indispensable colocar en sitio destacado la atención a las necesidades de los
colombianos en el exterior, fomentando su organización política y social. Los emigrados a
Estados Unidos, Venezuela, Ecuador, otros países de América Latina y Europa, salieron a
la emigración por la carencia de fuentes de trabajo, y en muchos casos por la
persecución. Su organización contribuirá a promover la justicia de las luchas del pueblo
colombiano y la solución por el nuevo Estado de los problemas sociales, alentará su
reincorporación a la patria.

La Patria Grande

Nuestro antiimperialismo y nuestra lucha se nutren del propio pensamiento del Libertador
Simón Bolívar, y de allí que la Segunda Independencia por la cual luchamos sea
continuación de la primera independencia dirigida por nuestros libertadores.

Nuestro socialismo debe afincarse en las tradiciones históricas y en las raíces culturales,
a la vez que debe nutrirse de la experiencia internacional, sin copias mecánicas,
convencidos de la necesidad que tienen todos los pueblos de crear originalmente, para
hallar el camino a la solución de sus necesidades. Este habrá de ser un proyecto abierto
al pluralismo político, donde puedan expresarse además diversas convicciones filosóficas
y religiosas, diversas culturas y étnias.

Así reivindicamos con plena fuerza la herencia democrática y humanista expresada en
nuestra historia desde las raíces aborígenes y la primera gesta de Independencia y en
luchas posteriores, como componentes básicos para tener en cuenta en la construcción
del socialismo.

La «patria grande» que buscamos es aquella que soñaron los libertadores, Bolívar, Martí,
y quienes posteriormente fueron precursores de la nueva fase de la acción emancipadora
con José Carlos Mariátegui en el Perú, Julio Antonio Mella en Cuba y Luis Tejada en
Colombia.

El socialismo humanista

Los comunistas no consideramos la democracia como un elemento inherente a los
regímenes burgueses, ni como un planteamiento táctico de nuestra lucha, sino según lo
subrayaba Lenin, como factor; inspirador y viabilizador del camino al socialismo.
Luchamos por el socialismo humanista cuya esencia consiste en la abolición de la
explotación del hombre por el hombre y la desaparición consecuencial de los
antagonismos, de clases.

Un socialismo que haga a los trabajadores dueños de los medios fundamentales de
producción y comunicación, para que el valor creado con su esfuerzo laborioso revierta
efectivamente en el constante mejoramiento de la calidad de su vida, haciéndola más
plena tanto material como culturalmente. Un socialismo que ponga al hombre mismo en
su integridad como ser humano en el centro del desarrollo económico y social,
garantizándole a la vez la satisfacción de sus necesidades materiales, el goce de su
libertad individual, su dignidad personal y el cabal ejercicio democrático en las decisiones
de poder.

El futuro del socialismo no está clausurado como lo proclaman el imperialismo y los
reaccionarios del mundo. Ni puede asegurarse que el capitalismo permanecerá incólume
como sistema. Los Estados Unidos pugnan por implantar su hegemonía, no sin
resistencia de sus aliados-competidores. Se agravan las contradicciones entre los centros
mundiales del capitalismo y los países del Tercer Mundo, lo cual muestra no el fin de la
historia, sino una nueva fase de luchas, controversias de nuevas dimensiones y
contradicciones crecientes.

Miles de millones de seres humanos del mundo capitalista se debaten en la miseria,
mientras los monopolios transnacionales concentran más riquezas. La lucha de clases a
escala planetaria, lejos de desaparecer tiende a cobrar mayores dimensiones. Y los
comunistas tenemos en esta palestra nuestro puesto de combate revolucionario.
Actuamos en favor de políticas mancomunadas a nivel internacional, por la erradicación
de la miseria en el Tercer Mundo, por la solución de la deuda externa, por la exclusión en
las relaciones internacionales del uso de la fuerza, por el desarme y el cese de la
producción de armamentos de destrucción masiva, por la preservación del medio
circundante. Por la democratización de las Naciones Unidas y la construcción de un
Nuevo Orden Internacional de paz, amistad y cooperación entre los pueblos.
Propugnamos el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional que
garantice a los llamados países subdesarrollados el uso soberano de los recursos
naturales, precios justos en las exportaciones; acceso a los grandes adelantos de la
ciencia y tecnología, así como un nuevo orden informativo internacional.

Capítulo VI
El Partido Comunista

El Partido Comunista Colombiano es el partido de los trabajadores(as) de la ciudad y del
campo sometidos a la explotación capitalista, abierto a todo el pueblo colombiano en
lucha por los derechos de los campesinos, los sectores populares, los jóvenes, las
mujeres, la intelectualidad y las capas medias de la población que aspiran a un país en
paz, que colme sus anhelos de bienestar y desarrollo social.

EL PCC es un partido nacional autónomo, patriótico e internacionalista fundido con las
esperanzas y expectativas de los colombianos por una patria mejor, la democracia, la paz
Está fundamentado en el marxismo - leninismo, el cual se desarrolla creadoramente en la
realidad colombiana, pero a la vez recoge el legado bolivariano y de todos los patriotas
que hicieron posible la primera independencia del yugo español, las lecciones del
pensamiento progresista nacional y latinoamericano, el rico acervo democrático de las
ideas políticas y sociales de distinto signo y las experiencias de todos aquellos que tienen
como objetivo supremo la justicia social.

Aspiramos a encarnar los ideales emancipadores de nuestro pueblo, que van desde la
Gaitana, el comunero José Antonio Galán, Antonio Nariño, El Libertador Simón Bolívar,
Luis Tejada y María Cano, pioneros de los ideales socialistas, hasta los revolucionarios de
hoy, dándole continuidad a nuestra historia para hacer de la militancia poderoso factor de
transformación, fraternidad y humanismo.

Para cumplir ese papel el PCC trabaja por interpretar las más altas inquietudes de la
nación, renovándose permanentemente y esforzándose por superar errores y deficiencias.
Somos conscientes de que debemos enfrentar profundos cambios políticos y sociales,
nuevas condiciones históricas y vertiginosos desarrollos técnicos y científicos, tanto a
nivel nacional como mundial, colocando al partido en sintonía con las nuevas realidades
del siglo que se avecina. Ello supone un partido más flexible y accesible, de una elevada
moral revolucionaria, capaz de defender sus espacios y las conquistas populares.

El PCC está empeñado en fortalecer su democracia expresada en el principio del
centralismo democrático, dando permanente información a la militancia y a las masas
para que fluya la transparencia y brindando nuevos espacios de participación a los
militantes en la elaboración de las iniciativas y la formulación de la política, garantizando
libre expresión y adecuada lucha de opiniones acompañadas de decisiones adoptadas
colectivamente, que aseguren la unidad política, ideológica.

Nos asiste no sólo la justicia de nuestra acción por el progreso y la paz, sino también el
batallar a escala de todo el continente por la soberanía y la autodeterminación y en pos de
una América Latina dueña de sí misma y de su porvenir emancipado.
En consonancia con esta apreciación, las relaciones internacionales del PCC deben
orientarse hacia todos los partidos y movimientos dispuestos a desarrollar lazos de
solidaridad con las causas comunes.

Seguros de que en Colombia las fuerzas que luchan por el progreso, la democracia y el
socialismo, podrán unirse y hallar el punto de viraje que nuestro país requiere para
enrumbarse hacia el porvenir, presentamos este programa a consideración del pueblo
colombiano, para cambiar el presente y conquistar el futuro de paz y libertad para nuestra
patria.

Programa aprobado en el XX Congreso de PCC 

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