Gustavo Rueda Díaz era un joven que aún no había
cumplido su mayoría de edad cuando, siendo militante de la Juventud Comunista,
a principios de la década de los
ochenta, decidió empuñar las armas en las filas de las FARC para defender
con la práctica lo que en teoría les
expresara a los estudiantes en el
colegio donde hacía sus estudios y ya descollaba como dirigente estudiantil.
Seguir los pasos de Hernando González Acosta era uno de
los propósitos que se había trazado
desde los días en que, apenas iniciando su militancia política, conoció de la
historia heroica de este joven integrante de la organización revolucionaria a
la que ahora se había vinculado el
inquieto Gustavo.
Sin duda Hernando fue
su paradigma porque en él veía el genuino ejemplo de abnegación y sacrificio por los demás; veía
el verdadero temple y compromiso
consecuente, en su determinación de haberlo
dejado todo por partir hacia las montañas, al lado del inolvidable
Jacobo Arenas, para asumir hasta las últimas consecuencias, la solidaridad, vinculándose a la resistencia
de Marquetalia, que conducía el
legendario Manuel Marulanda Vélez frente a
una cuarentena de campesinos, que sufrían la persecución militarista del
gobierno conservador de Guillermo León Valencia.
Muy temprano murió Hernando combatiendo contra las
tropas del régimen opresor, pero enorme
fue la luminiscencia de su breve paso
por las filas del naciente movimiento insurgente, alumbrando el camino de lucha y esperanza que
habrían de seguir muchísimos jóvenes que
como Gustavo abrazaron y siguen
abrazando a lo largo de la historia la causa altruista de las FARC-EP.
En desenvolvimiento de lo que para Gustavo significaba
ser consecuente con el pueblo y sus
propios ideales de emancipación, una vez llegó a las filas insurgentes y tomó
el nombre de Martín, inició una
militancia más intensa y comprometida
con los desposeídos. Eran tiempos en que la lucha estudiantil y del movimiento de masas en general,
enfrentaban al régimen de terror
implantado por el presidente Turbay Ayala, con su Estatuto de Seguridad, bajo el amparo del
cual se encarcelaba, torturaba, asesinaba y desaparecía a los revolucionarios y
a todas aquellas personas demócratas y
progresistas de nuestra patria que
llegaran a expresar su inconformidad con los abusos del gobierno
Las promesas que el mandatario liberal había hecho en cuanto
a ejecutar un "Plan de Integración
Nacional" que generaría desarrollo de la producción y empleo, pronto
quedaron rezagadas Venceremos FARC-EP
5 frente a medidas centradas en
limitar las libertades civiles y ampliar
desmesuradamente las facultades represivas del Ejército, el cual no dudó en
apresurar agresiones y crímenes contra
la población inconforme que no cesaba de protestar por el incremento de
la injusticia social.
Estos hechos no podían pasar inadvertidos para el joven Gustavo, pues los titulares de prensa, de
radio y televisión, pero
fundamentalmente las informaciones del periódico Voz -órgano de difusión
del Partido Comunista Colombiano-, que no faltaba en casa de los Rueda,
hablaban del centro de torturas en que se habían convertido las terribles
Caballerizas de Usaquén en Bogotá y casi todas las guarniciones militares del
país.
En el seno de aquella familia barranRueda fue aprendiendo
desde niño, entonces, lo que significa
la lucha y organización de los obreros, campesinos,
estudiantes y trabajadores. Comprendió con solvencia que los derechos no se mendigan sino que se conquistan y con
esa mentalidad, emprendió con mayor
determinación, cada día, la lucha por las
reivindicaciones más sentidas de los colombianos, moldeando con delectación su figura de revolucionario y
líder, que tanto en la Juventud Comunista (JUCO), como luego en las filas
insurgentes dejó una estela de decoro que hoy alimenta la moral indoblegable de los guerrilleros del Bloque
insurgente que ahora lleva su nombre en
memoria y homenaje a su condición de
héroe popular.
Desde su ingreso al Cuarto Frente, aún sin tener
experiencia suficiente se destacó por su
disciplina, por su honestidad, por su
abnegación en el desenvolvimiento de las tareas que realizaba con espíritu de
sacrificio en cada misión asignada.
Caballero desde sus primeros días de vinculación a las
filas del ejército del pueblo mostró
arrojo y compromiso, convencimiento y determinación, constancia y sacrificio en
cada misión, superando sus deficiencias
físicas propias del citadino que pasa
abruptamente al campo a realizar trabajos materiales que requieren sobreesfuerzos que nos son propios
del ambiente urbano. Pero nada de ello
fue dificultad que amilanara al joven rebelde, quien al tiempo que asimilaba y
se adaptaba a la vida militar y campesina, participaba activamente en las
charlas que se daban para elevar el nivel político e ideológico de los
combatientes, al igual que se preocupaba por estudiar la Cartilla Militar de
las FARC y textos militares de toda índole con el fin de elevar sus
conocimientos en esta materia.
Defensor de las Normas Internas que rigen nuestra conducta,
excelente organizador de masas y destacado combatiente en la primera línea de
fuego, Martín Caballero pronto se proyectó como mando y en poco tiempo, siendo
aún muy joven empezó a ejercer como integrante del Estado Mayor del 37 Frente,
hasta Venceremos FARC-EP 7 convertirse en su Comandante.
Para la época de los acuerdos de la Uribe y cuando las FARC
se convirtieron en Plataforma de Lanzamiento de la Unión Patriótica (UP),
Caballero fue designado por nuestra Dirección para el trabajo de orientar y
organizar las Juntas Patrióticas, que serían la base de este movimiento esperanzado
en encontrar una salida distinta a la de la guerra a esta larga y cruel
confrontación impuesta por el Estado a las mayorías empobrecidas de Colombia.
Caballero era un convencido de esa posibilidad, y por ello
emprendió la misión colocando todo empeño y conocimientos para el desarrollo
del proyecto en el departamento de Antioquia, hasta cuando la operación de
exterminio trazada y ejecutada por los aparatos armados oficiales y
paramilitares del régimen frustró el intento de reconciliación entre los colombianos.
Al crearse el Bloque Caribe de las FARC-EP y en desarrollo
de las conclusiones políticas y militares de la Octava
Conferencia Nacional de Guerrilleros, Martín Caballero como comandante del 37 Frente emprendió el despliegue del Plan Estratégico
de nuestra organización, en lo que concernía al área del
departamento de Bolívar, operando ahí sobre todo, pero también en sectores del
departamento del Atlántico, haciendo resplandecer el nombre de las FARC, del
Partido Comunista Clandestino y del Movimiento Bolivariano en el campo, en las
riveras del Magdalena, del Cauca…, del Caribona, y en ciudades pequeñas y
grandes como Cartagena y Barranquilla.Así fue la vida de Caballero, del
camarada Martín como le decían los pobladores humildes de la sabana y de las
serranías por donde dejó su huella de hombre afable y bondadoso cuya palabra
esperanzaba a los más pobres, tocando sus conciencias para la lucha sin
condición.
Por ello, cuando por una mala jugada del destino el enemigo
dio el golpe de aquel 24 de octubre de 2007 en los Montes de María,
arrebatándoles la vida a él y a varios de sus compañeros de los Frentes 37 y
35, no hubo en aquellos lares, rincón alguno de las pobrerías que no se llenara
de luto. Para los victimarios del pueblo, en cambio, conscientes de que habían
acabado con la vida de un valiente luchador, insigne comandante guerrillero,
que en esta parte de nuestro agobiado país les había hecho comer el polvo de la
derrota, ahora había jolgorio y burla, vileza y ruindad desaforadas que no
disimularon sino que multiplicaron a través de los medios de comunicación.
Aquél que combatió contra militares y paramilitares que a
diario asesinaban a gente inerme, aquel que castigó con sus huestes de mujeres
y hombre valerosos a muchos de los infames que asolaron sitios como el Salao y
Macayepo, ejecutando masacres de horror con el respaldo gubernamental y el de
los latifundistas, grandes empresarios, ganaderos y reconocidos gamonales poli
tiqueros, había caído en un bombardeo artero después de haber sorteado cercos y
más cercos de aniquilamiento en un terreno difícil, sin agua y sin mucha
vegetación que lo abrigara. Así, la
alegría en los mismos batallones y sedes de brigadas, en los puestos de retenes y de policía desde donde
salían los sicarios que ejecutaban a la
dirigencia popular, era abierta y denigrante.
Pero el pueblo que conocía y amaba a sus luchadores, a
sus defensores, bien sabía que este acto
de vileza no sería jamás una victoria definitiva de los opresores contra los
oprimidos. Que los verdaderos valientes,
estos guerreros y guerreras del pueblo que enfrentaron a más de 6 mil efectivos
que estaban apoyados con aeronaves y tecnología de punta, ofrendaban su sangre
para que se abonara la tierra de la que seguirían floreciendo las nuevas
huestes que la liberaran.
Así sería y así ha venido siendo, sin duda, en medio de los
sacrificios, pero siempre marchando hacia adelante.
A este noble y aguerrido santandereano, de la misma estirpe
de nuestro inolvidable Jacobo Arenas, lo recordarán por siempre los habitantes
de Antioquia, Bolívar, Sucre y de los recodos de la patria donde estuvo en el
cumplimiento de sus misiones revolucionarias; y lo recordaremos siempre los
combatientes farianos, como un guerrillero carismático, peleando al lado de sus
tropas, tendiendo su mano a los más desfavorecidos, sonriendo y atendiendo a
todo aquel que se le aproximaba para pedirle una opinión o hacerle una
crítica…; no dejaremos de verle organizando Juntas Comunales, Células de
Partido, o Comités de Pescadores…; no dejaremos de escucharlo haciendo sus
explicaciones del por qué de la necesidad de organización y lucha; no dejaremos
de contemplar su manera enternecedora de dedicarse a los niños para enseñarles
a leer y a escribir, a cantar o decir una poesía; no dejaremos de presenciarlo
en esa loable labor de conductor, porque sus semillas han sido suficientemente
regadas para que su la siembra no perezca.
Su ejemplo trazado es la evidencia del humanismo que entraña Venceremos FARC-EP 11 ser un guerrillero de las FARC, un soldado bolivariano de Manuel Marulanda Vélez. Y su valía nos hará recordarlo constantemente; pero también, sin duda, nos hará recordar a quienes le asesinaron y a quienes vomitaron por los medios de desinformación y manipulación todo el morbo que les produjo su muerte. No olvidaremos que fue el narco-paramilitar Uribe al lado de su mefítico ministro de defensa que ahora, como nuevo presidente se regodea diciendo que con seguridad también dará muerte al Comandante Alfonso Cano, quienes ordenaron el asesinato de Caballero como de otros camaradas que dieron su vida por una Colombia justa y en libertad.
Ningún crimen de esta oligarquía pútrida y criminal ha de
quedar impune. Así deben saberlo quienes auspiciaron y ejecutaron las masacres
y el despojo contra los pobladores de los Montes de María, de Bolívar, de
Sucre, como de todo el territorio nacional.
A más de tres años de la desaparición física de los Héroes
de la Aromera, el eco de la historia seguirá haciendo resonar el nombre de
Martí Caballero, los nombres de sus valientes, los nombres de Ciro y de Jaime
Canaguaro, los nombres de todos nuestros compañeros y compañeras caídos en la
lucha contra los que han desarraigado a los humildes auspiciados por la
Infantería de Marina y la Segunda
Brigada del ejército, como por los demás organismos de seguridad del Estado.
Por esas víctimas y en nombre de nuestros caídos la lucha por la justicia y la
dignidad no se detendrá.
Quienes aquí seguimos, enarbolamos con más fervor que nunca
la bandera de la Paz con Justicia Social, que tan en alto llevara en las filas
de las FARC-EP, por más de un cuarto de siglo, Martín Caballero. Su ejemplo de
dignidad y de lucha sin descanso contra la oligarquía colombiana y el
imperialismo norteamericano, serán motivación y moral de combate para alcanzar
la toma del poder para el pueblo colombiano.
Fue Caballero un hombre que se destacó por su fidelidad a la
12 Venceremos FARC-EP causa
revolucionaria, por el respeto a sus superiores, por la fraternidad en el trato
con sus mandos medios y combatientes en general, respeto por las determinaciones
de los Organismos de Dirección y Mando de las FARC-EP, creyendo en un futuro
mejor para todos los colombianos. Por ello combatió sin descanso hasta
convertirse en héroe, por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo.