domingo, 4 de noviembre de 2012

Biografia de Gustavo Rueda


Gustavo Rueda Díaz era un joven que aún no había cumplido su mayoría de edad cuando, siendo militante de la Juventud Comunista, a principios  de la década de los ochenta, decidió empuñar las armas en las filas de las FARC para defender con  la práctica lo que en teoría les expresara a los estudiantes en  el colegio donde hacía sus estudios y ya descollaba como dirigente estudiantil.

Seguir los pasos de Hernando González Acosta era uno de los  propósitos que se había trazado desde los días en que, apenas iniciando su militancia política, conoció de la historia heroica de este joven integrante de la organización revolucionaria a la que  ahora se había vinculado el inquieto Gustavo.

 Sin duda Hernando fue su paradigma porque en él veía el genuino ejemplo de  abnegación y sacrificio por los demás; veía el verdadero temple  y compromiso consecuente, en su determinación de haberlo  dejado todo por partir hacia las montañas, al lado del inolvidable Jacobo Arenas, para asumir hasta las últimas consecuencias,  la solidaridad, vinculándose a la resistencia de Marquetalia,  que conducía el legendario Manuel Marulanda Vélez frente a  una cuarentena de campesinos, que sufrían la persecución militarista del gobierno conservador de Guillermo León Valencia.

Muy temprano murió Hernando combatiendo contra las tropas  del régimen opresor, pero enorme fue la luminiscencia de su  breve paso por las filas del naciente movimiento insurgente,  alumbrando el camino de lucha y esperanza que habrían de  seguir muchísimos jóvenes que como Gustavo abrazaron y  siguen abrazando a lo largo de la historia la causa altruista de las FARC-EP.

En desenvolvimiento de lo que para Gustavo significaba ser  consecuente con el pueblo y sus propios ideales de emancipación, una vez llegó a las filas insurgentes y tomó el nombre  de Martín, inició una militancia más intensa y comprometida  con los desposeídos. Eran tiempos en que la lucha estudiantil  y del movimiento de masas en general, enfrentaban al régimen  de terror implantado por el presidente Turbay Ayala, con su  Estatuto de Seguridad, bajo el amparo del cual se encarcelaba, torturaba, asesinaba y desaparecía a los revolucionarios y a todas  aquellas personas demócratas y progresistas de nuestra patria  que llegaran a expresar su inconformidad con los abusos del  gobierno

Las promesas que el mandatario liberal había hecho en cuanto a  ejecutar un "Plan de Integración Nacional" que generaría desarrollo de la producción y empleo, pronto quedaron rezagadas Venceremos FARC-EP  5   frente a medidas centradas en limitar las libertades civiles y  ampliar desmesuradamente las facultades represivas del Ejército, el cual no dudó en apresurar agresiones y crímenes contra  la población inconforme que no cesaba de protestar por el incremento de la injusticia social.

Estos hechos no podían pasar inadvertidos para el joven  Gustavo, pues los titulares de prensa, de radio y televisión, pero  fundamentalmente las informaciones del periódico Voz -órgano de difusión del Partido Comunista Colombiano-, que no faltaba en casa de los Rueda, hablaban del centro de torturas en que se habían convertido las terribles Caballerizas de Usaquén en Bogotá y casi todas las guarniciones militares del país.

En el seno de aquella familia barranRueda fue aprendiendo desde niño, entonces, lo que significa
la lucha y organización de los obreros, campesinos, estudiantes y trabajadores. Comprendió con solvencia que los derechos  no se mendigan sino que se conquistan y con esa mentalidad,  emprendió con mayor determinación, cada día, la lucha por las  reivindicaciones más sentidas de los colombianos, moldeando  con delectación su figura de revolucionario y líder, que tanto en la Juventud Comunista (JUCO), como luego en las filas insurgentes dejó una estela de decoro que hoy alimenta la moral  indoblegable de los guerrilleros del Bloque insurgente que  ahora lleva su nombre en memoria y homenaje a su condición  de héroe popular.

Desde su ingreso al Cuarto Frente, aún sin tener experiencia  suficiente se destacó por su disciplina, por su honestidad, por  su abnegación en el desenvolvimiento de las tareas que realizaba con espíritu de sacrificio en cada misión asignada.

Caballero desde sus primeros días de vinculación a las filas  del ejército del pueblo mostró arrojo y compromiso, convencimiento y determinación, constancia y sacrificio en cada misión,  superando sus deficiencias físicas propias del citadino que  pasa abruptamente al campo a realizar trabajos materiales que  requieren sobreesfuerzos que nos son propios del ambiente  urbano. Pero nada de ello fue dificultad que amilanara al joven rebelde, quien al tiempo que asimilaba y se adaptaba a la vida militar y campesina, participaba activamente en las charlas que se daban para elevar el nivel político e ideológico de los combatientes, al igual que se preocupaba por estudiar la Cartilla Militar de las FARC y textos militares de toda índole con el fin de elevar sus conocimientos en esta materia.

Defensor de las Normas Internas que rigen nuestra conducta, excelente organizador de masas y destacado combatiente en la primera línea de fuego, Martín Caballero pronto se proyectó como mando y en poco tiempo, siendo aún muy joven empezó a ejercer como integrante del Estado Mayor del 37 Frente, hasta Venceremos FARC-EP  7  convertirse en su Comandante.

Para la época de los acuerdos de la Uribe y cuando las FARC se convirtieron en Plataforma de Lanzamiento de la Unión Patriótica (UP), Caballero fue designado por nuestra Dirección para el trabajo de orientar y organizar las Juntas Patrióticas, que serían la base de este movimiento esperanzado en encontrar una salida distinta a la de la guerra a esta larga y cruel confrontación impuesta por el Estado a las mayorías empobrecidas de Colombia.

Caballero era un convencido de esa posibilidad, y por ello emprendió la misión colocando todo empeño y conocimientos para el desarrollo del proyecto en el departamento de Antioquia, hasta cuando la operación de exterminio trazada y ejecutada por los aparatos armados oficiales y paramilitares del régimen frustró el intento de reconciliación entre los colombianos.

Al crearse el Bloque Caribe de las FARC-EP y en desarrollo de las conclusiones políticas y militares de la Octava Conferencia Nacional de Guerrilleros, Martín Caballero como comandante del 37 Frente emprendió el despliegue del Plan Estratégico de nuestra organización, en lo que concernía al área del departamento de Bolívar, operando ahí sobre todo, pero también en sectores del departamento del Atlántico, haciendo resplandecer el nombre de las FARC, del Partido Comunista Clandestino y del Movimiento Bolivariano en el campo, en las riveras del Magdalena, del Cauca…, del Caribona, y en ciudades pequeñas y grandes como Cartagena y Barranquilla.Así fue la vida de Caballero, del camarada Martín como le decían los pobladores humildes de la sabana y de las serranías por donde dejó su huella de hombre afable y bondadoso cuya palabra esperanzaba a los más pobres, tocando sus conciencias para la lucha sin condición.

Por ello, cuando por una mala jugada del destino el enemigo dio el golpe de aquel 24 de octubre de 2007 en los Montes de María, arrebatándoles la vida a él y a varios de sus compañeros de los Frentes 37 y 35, no hubo en aquellos lares, rincón alguno de las pobrerías que no se llenara de luto. Para los victimarios del pueblo, en cambio, conscientes de que habían acabado con la vida de un valiente luchador, insigne comandante guerrillero, que en esta parte de nuestro agobiado país les había hecho comer el polvo de la derrota, ahora había jolgorio y burla, vileza y ruindad desaforadas que no disimularon sino que multiplicaron a través de los medios de comunicación.

Aquél que combatió contra militares y paramilitares que a diario asesinaban a gente inerme, aquel que castigó con sus huestes de mujeres y hombre valerosos a muchos de los infames que asolaron sitios como el Salao y Macayepo, ejecutando masacres de horror con el respaldo gubernamental y el de los latifundistas, grandes empresarios, ganaderos y reconocidos gamonales poli tiqueros, había caído en un bombardeo artero después de haber sorteado cercos y más cercos de aniquilamiento en un terreno difícil, sin agua y sin mucha vegetación que lo abrigara. Así,  la alegría en los mismos batallones y sedes de brigadas, en los  puestos de retenes y de policía desde donde salían los sicarios  que ejecutaban a la dirigencia popular, era abierta y denigrante.

Pero el pueblo que conocía y amaba a sus luchadores, a sus  defensores, bien sabía que este acto de vileza no sería jamás una victoria definitiva de los opresores contra los oprimidos. Que  los verdaderos valientes, estos guerreros y guerreras del pueblo que enfrentaron a más de 6 mil efectivos que estaban apoyados con aeronaves y tecnología de punta, ofrendaban su sangre para que se abonara la tierra de la que seguirían floreciendo las nuevas huestes que la liberaran.

Así sería y así ha venido siendo, sin duda, en medio de los sacrificios, pero siempre marchando hacia adelante.

A este noble y aguerrido santandereano, de la misma estirpe de nuestro inolvidable Jacobo Arenas, lo recordarán por siempre los habitantes de Antioquia, Bolívar, Sucre y de los recodos de la patria donde estuvo en el cumplimiento de sus misiones revolucionarias; y lo recordaremos siempre los combatientes farianos, como un guerrillero carismático, peleando al lado de sus tropas, tendiendo su mano a los más desfavorecidos, sonriendo y atendiendo a todo aquel que se le aproximaba para pedirle una opinión o hacerle una crítica…; no dejaremos de verle organizando Juntas Comunales, Células de Partido, o Comités de Pescadores…; no dejaremos de escucharlo haciendo sus explicaciones del por qué de la necesidad de organización y lucha; no dejaremos de contemplar su manera enternecedora de dedicarse a los niños para enseñarles a leer y a escribir, a cantar o decir una poesía; no dejaremos de presenciarlo en esa loable labor de conductor, porque sus semillas han sido suficientemente regadas para que su la siembra no perezca.

Su ejemplo trazado es la evidencia del humanismo que entraña Venceremos FARC-EP  11  ser un guerrillero de las FARC, un soldado bolivariano de Manuel Marulanda Vélez. Y su valía nos hará recordarlo constantemente; pero también, sin duda, nos hará recordar a quienes le asesinaron y a quienes vomitaron por los medios de desinformación y manipulación todo el morbo que les produjo su muerte. No olvidaremos que fue el narco-paramilitar Uribe al lado de su mefítico ministro de defensa que ahora, como nuevo presidente se regodea diciendo que con seguridad también dará muerte al Comandante Alfonso Cano, quienes ordenaron el asesinato de Caballero como de otros camaradas que dieron su vida por una Colombia justa y en libertad.

Ningún crimen de esta oligarquía pútrida y criminal ha de quedar impune. Así deben saberlo quienes auspiciaron y ejecutaron las masacres y el despojo contra los pobladores de los Montes de María, de Bolívar, de Sucre, como de todo el territorio nacional.

A más de tres años de la desaparición física de los Héroes de la Aromera, el eco de la historia seguirá haciendo resonar el nombre de Martí Caballero, los nombres de sus valientes, los nombres de Ciro y de Jaime Canaguaro, los nombres de todos nuestros compañeros y compañeras caídos en la lucha contra los que han desarraigado a los humildes auspiciados por la Infantería de  Marina y la Segunda Brigada del ejército, como por los demás organismos de seguridad del Estado. Por esas víctimas y en nombre de nuestros caídos la lucha por la justicia y la dignidad no se detendrá.

Quienes aquí seguimos, enarbolamos con más fervor que nunca la bandera de la Paz con Justicia Social, que tan en alto llevara en las filas de las FARC-EP, por más de un cuarto de siglo, Martín Caballero. Su ejemplo de dignidad y de lucha sin descanso contra la oligarquía colombiana y el imperialismo norteamericano, serán motivación y moral de combate para alcanzar la toma del poder para el pueblo colombiano.

Fue Caballero un hombre que se destacó por su fidelidad a la 12  Venceremos FARC-EP causa revolucionaria, por el respeto a sus superiores, por la fraternidad en el trato con sus mandos medios y combatientes en general, respeto por las determinaciones de los Organismos de Dirección y Mando de las FARC-EP, creyendo en un futuro mejor para todos los colombianos. Por ello combatió sin descanso hasta convertirse en héroe, por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo.